La portada del libro "El hijo de Oshún" muestra dos imágenes fusionadas: un árbol seco captado en algún paraje de La Cruz, Guanacaste, Costa Rica y la entrada al velatorio ubicado en el Monasterio de las Capuchinas en Antigua, Guatemala.
Ambas imágenes tienen un contenido simbólico profundo. El árbol viejo significa la genealogía del Basto (tronco, ramas y ramificaciones) y la entrada al velatorio muestra que el texto es un camino a las profundidades del ser. Esta novela es sumamente existencial porque cuestiona el sentido de la humanidad y, asimismo, el ingreso a un recinto construido para velar cadáveres, es ese camino que nos lleva hacia la propia muerte.
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